sábado, 16 de mayo de 2009

Manías

Me creía bastante normal hasta que empecé a sumar detalles.
-En el edificio donde tengo mi oficina hay un larguísimo pasillo entre el ascensor y la puerta de calle: cuando no hay nadie lo atravieso corriendo, y si tengo puestos zapatos de suela lisa hago los últimos metros patinando.
-Cuando me deslumbro con una canción puedo escucharla 18.360 veces seguidas.
-En mi mochila siempre hay una Rhodesia, un paquete de Carilina sin abrir y varios cartuchos de tinta para la lapicera.
-Si en el edificio me cruzo con un vecino que lleva un perro, lo más probable es que lo ignore a él y acaricie al perro.
-Me gustan las Agustinas, las Paulas y las Marielas. Las Rominas me caen -todas- realmente mal.
-Alguna vez me dijeron que mi número de la suerte era el nueve, así que siempre intento armar sumarios editoriales con nueve secciones fijas. Me gusta viajar en vehículos cuyas patentes terminen en 9 o irme de vacaciones en esa fecha. También, durante mucho tiempo puse mi despertador a las 7 y 2 minutos, que sumados dan nueve.
-Cuando escribo en mi computadora, sólo puedo hacerlo en tipografía Apple Garamond: cuando me paso a una computadora nueva, lo primero que hago es instalar “mi” tipografía.
-Al interrumpir la lectura de un libro, nunca pongo un señalador marcando la página: memorizo el número de página donde dejé de leer.
-Cuando armo un equipo de trabajo, elijo gente que escuche la misma música que yo: por alguna razón creo que nos vamos a entender. He descartado diseñadoras con carpetas excelentes sólo porque escuchaban a Arjona.
-Intento desentrañar la personalidad de una persona analizando los adjetivos que utiliza.
-Ordeno mi biblioteca según las afinidades de sus autores: Sartre, Beauvoir y Camus, por ejemplo, están juntos. Supongo que los autores que compartieron bares, cafés y cabarets, también deben compartir un estante.
-Cuando duermo solo, no puedo dormirme en el silencio. Tampoco con música de fondo. Programo el televisor para que se apague en 30 minutos, pongo el segmento financiero de CNN y me duermo escuchando las noticias económicas de la jornada.

Y hay más. Imaginen el resto.